Cuando los mamíferos tienen hambre y no tienen comida suelen ir a la caza de las crías de otras especies animales. Son los mamíferos cazadores, que atacan además a animales enfermos o a los que son más viejos, porque saben que son presas fáciles de coger.
La persecución de un mamífero cazador nunca dura mucho tiempo. Si el depredador ve que no logra alcanzar a su presa, lo deja y espera a tener otra ocasión en que le sea más fácil y el animal no pueda oponer tanta resistencia.
A pesar de que el mamífero cazador está entrenado para la caza y posee gran destreza cazadora, muchas veces la caza resulta un fracaso. Las presas mantienen una distancia de seguridad que les permita escapar en caso de ataque y, hasta que el depredador no se acerca más de la cuenta, no huyen.
Un mamífero como el leopardo es capaz de arrastrar su presa a lo alto de un árbol para evitar que se la quiten, aunque esta pese más de 50 kg. El guepardo es capaz de correr a 110 km/h cuando persigue a su presa. El tigre caza al acecho; permanece oculto en la vegetación y se acerca a la desprevenida presa, con sigilo, para asfixiarla mordiéndole el cuello.
Los mamíferos que viven en grupo cazan juntos, como los lobos, las hienas y los leones. Aumentan las posibilidades de éxito si son varios los que se dedican a coger una pieza, aunque luego deban repartirse la comida. Un grupo de mamíferos cazadores siempre sigue la estrategia de separar a un animal del grupo.