Las personas más sanas suelen encontrarse entre aquellas que no comen carne diariamente. Se pueden elaborar sabrosas recetas en las que la carne es uno más de los ingredientes que se usa para dar sabor al plato y no es el ingrediente principal sobre el que gira una receta apetitosa y nutritiva.

La carne muchas veces es más sabrosa acompañada de hierbas y verduras. Los napolitanos consumen su espagueti con salsa de tomate como alimento principal del día, y es de destacar que son pocos los que padecen enfermedades coronarias. No es coincidencia que la salsa de carne conocida en Italia como ragú proceda de Bolonia, donde es mucho mayor la incidencia de las afecciones al corazón.

La manera de cocinar el alimento puede afectar radicalmente la proporción de grasas y aceites de nuestra dieta. El mismo producto frito, asado a la parrilla o guisado, presenta valores diferentes de grasa y calorías en cada uno de ellos, por ejemplo para un filete poco pasado; patatas fritas; champiñones fritos, patatas y cebollas fritas, el total de grasa es de 71g y el total de calorías es de 970.

Si el mismo filete es asado a la parrilla, las patatas hervidas, acompañado de una ensalada de tomate, champiñones y la cebolla hervida, hablamos de 36 g y 364 calorías. Estas cantidades bajan si realizamos un guisado. La carne para guisos, acompañada con cebollas, champiñones, tomates, patatas, zanahorias, guisantes, da mucho más de sí, de modo que la mitrad de carne es suficiente. En su lugar pueden añadirse otras verduras. Convertimos la grasa que comíamos en 12 g y las calorías en 362. Como vemos, con diferentes formas de cocinar un mismo producto podemos alterar las calorías que aportará a nuestro organismo y las grasas que vamos a consumir.