Para elegir el vino que ha de acompañar a nuestros platos seguimos tres criterios distintos. Podemos proponer diferentes vinos que serviremos de manera progresiva durante la comida (estudiando la combinación de sabores).Podemos elegir un vino diferente para cada plato. Pero la forma más segura de elegir un buen vino es servir un solo tipo de vino para todos los platos.
Dejando de lado lo que conozcamos cada uno de nosotros sobre el vino y los conocimientos enológicos que tengamos, debemos saber que a un plato de sabor suave le acompaña un vino ligero. Para un plato fuerte con muchas especies servimos un vino con cuerpo.
Algunos platos, como es el caso de las sopas, los huevos y los quesos frescos, la fruta ácida, el chocolate y los platos hechos con vinagre no requieren vino para tomarlos, aunque se puede servir. Cuando se trata de un plato típico de la región procuramos servirlo con vino de la misma procedencia.
Cuando servimos un vino tenemos en cuenta que primero van los vinos blancos, después los rosados, a continuación los negros jóvenes para seguir con los vinos que tienen algún tipo de crianza. Los vinos espumosos son buenos para acompañar todo el menú, pero si tuviéramos que marcar una precedencia, van mejor al principio que el final.
Se recomienda que los vinos blancos y jóvenes, fermentados en bota, o incluso los vinos de crianza, incluyendo cavas, champanes y espumosos, servirlos para peces y mariscos, foie y sus derivados, también se recomiendan para quesos en general (para los quesos curados y quesos azules es conveniente un vino blanco con fuerte sabor). Los vinos blancos también van bien a la verduras excepto a la alcachofa, ya que el gusto de ésta domina sobre cualquier otro gusto.
Los vinos rosados van bien con las carnes rojas y blancas, con las aves, los ahumados, los embutidos, los arroces, las verduras, la pasta, los huevos, las tortillas y los fritos. Además se avienen con toda clase de peces y mariscos, escabeches, hígado. Los vinos negros jóvenes se reservan para carnes rojas, blancas, de caza, asados, legumbres, peces y mariscos con salsa, bacalao, pescado azul, verduras cocidas y gratinadas, embutidos, ahumados, ensaladas(si llevan limón o vinagres suaves), arroces bien condimentados y pasta.
Los vinos semi secos y dulces, (con indiferencia del color) son ideales para los postres, ya sean pasteles o frutas. Si se sirven bien fríos, pueden acompañar a platos agridulces, como pato confitado, parrillada de cerdo o viandas frescas.