¿Hay algún animal más original que la jirafa con su larguísimo cuello y su mirada ingenua? Parece ideada por un dibujante bromista. Sin embargo, ha llegado a ser así a través de la selección natural y de un largo proceso en el que sus antepasados debieron defenderse de muchos peligros y hallar el mejor modo de sobrevivir.
La extraordinaria altura de la jirafa le permite comer las hojas y brotes de las plantas más crecidas, a un nivel que otros animales no alcanzan, de modo que no tiene competencia en materia de alimentación. Los individuos más altos alcanzan hasta 6 m. Y aún llegan más arriba con la ayuda de la lengua, muy larga, prensil y resistente incluso a las púas y espinas de algunas plantas.
La jirafa es asustadiza; pertenece al grupo de animales que tienen su mejor defensa en la carrera. Vive en manadas pero las relaciones entre individuos no son muy sólidas. Y aunque parezca contrario a su aire inocente, entre los machos existe una sorda pugna continua para imponerse. Esta situación estalla a menudo en luchas abiertas. Entonces los contendientes se atacan con saña, utilizando las cabezas, que no en vano están dotadas de cinco pequeños cuernos.
Los balanceos de los largos cuellos preparan el golpe decisivo, que pretende alcanzar al rival y por lo general no da en el blanco. Mientras tanto el combate es un ir y venir nervioso, un esfuerzo para asentar bien las patas y resistir el posible mazazo o asestar el propio en las mejores condiciones de estabilidad.
Las manchas en la piel de la jirafa tienen forma y tamaño diferente según las variedades dentro de la especie. Forman una red que imita muy bien las sombras proyectadas a través del follaje. Como en tantos otros casos, la naturaleza ha dotado a estos seres del "disfraz" que les permite pasar inadvertidos en su medio ambiente. Una jirafa ramoneando entre los arboles puede desaparecer de la vista si el observador se encuentra a distancia.
La vista de la jirafa es penetrante; sus grandes ojos están muy evolucionados y, además, "en lo alto de la torre" posee unos órganos emisores de sonidos, pero los utiliza muy poco. Su lenguaje es de signos plásticos, de movimientos y actitudes.
La extremada altura también plantea problemas, por ejemplo para beber. La jirafa debe inclinar el largo cuello y abrir mucho las patas, una posición forzada que le deja a merced de los mamíferos cazadores. La jirafa es un rumiante que suele dormir de pié.