El suelo pélvico y la bicicleta - En forma

jueves, 10 de mayo de 2012

El suelo pélvico y la bicicleta



Cuando montamos en bicicleta tenemos una oportunidad fabulosa para poder emplear activamente el suelo pélvico. Observemos a los ciclistas: la mayoría de ellos se sientan con la espalda arqueada y pedalean con ganas. Es así como la espalda, arqueada, facilita la apertura del suelo pélvico, exponiéndolo a sacudidas externas cuando la carretera y los caminos son irregulares.

La bicicleta tendrá que sufrir algunos cambios: inclinamos el sillín un poco para que no presione el pubis, colocamos el manillar más alto, así no tendremos que levantar la cabeza como una tortuga para mirar al frente, desordenando el equilibrio de la columna vertebral.


Sobre todo debemos tener en cuenta que activar no significa apretar. El suelo pélvico va cambiando con el movimiento en la bicicleta de derecha a izquierda; si le damos un pequeño empujón estamos ayudando a una actividad muscular pulsante.

Nos sentamos en el sillín, erguidos e inclinados hacia delante, formando una línea con la pelvis. Reposamos el cóccix, y estiramos la cabeza hacia arriba.

Con el torso relajado nos apoyamos en el manillar. Pisamos el pedal derecho con la fuerza del suelo pélvico activo y movemos al mismo tiempo la cadera derecha hacia atrás y hacia abajo. Entonces, el hombro izquierdo se moverá hacia delante y la bicicleta se inclinará hacia la izquierda.

Si alternamos de lado y de manera fluida la pelvis, esta se moverá como lo hace al caminar. El torso relajado permite que no se quede fijo el manillar, sino que se mueva a su ritmo.

Un guiño: si subimos una cuesta y nos ponemos en pie al pedalear, podemos notar más intensamente el efecto del suelo pélvico.


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