El ciempiés - Animales

miércoles, 2 de mayo de 2012

El ciempiés



Si se nombra a la escolopendra muchos nos quedamos sin saber de qué se trata. Diferente es cuando hablamos del ciempiés; entonces, mucho o pocos, todos tenemos algo que decir de este animalillo de cuerpo alargado, plano, segmentado y con un par de patas acabadas en uña en cada uno de sus 21 segmentos.

Las patas más próximas a la cabeza, llamadas forcípulas, tienen unas glándulas secretoras de veneno que utilizan para paralizar o matar directamente a sus presas, o como mecanismo de defensa cuando alguien lo coge con las manos. El ciempiés es un artrópodo de la clase de los quilópodos y puede llegar a medir hasta 17 cm, una longitud respetable.


El ciempiés vive, generalmente, en solitario, excepto en la época de la reproducción. Los machos y las hembras realizan la transferencia de espermatozoides de una forma indirecta, por medio de los espermatofitos, uno estuches de diversas texturas que protegen a los espermatozoides desde que salen del aparato reproductor masculino hasta que entran en el femenino. Por lo tanto no copula. Después, el macho desaparece.

Pasadas cuatro semanas ,la hembra hace la puesta en un agujero o bajo una piedra. Aquí encuentra un microclima muy estable y un cierto grado de humedad. Su gran enemigo es la desecación del medio. En cautividad vive hasta 10 años.

Su mordedura sin veneno, que varía según las especies, no es peligrosa. Básicamente está compuesto de histamina y acetilcolina, mas unas moléculas grandes de carácter proteínico que actúan de toxinas. Además, unas enzimas ayudan a extender el veneno y son las responsables del dolor de la picada, más intenso en primavera, porqué el ciempiés está más activo, que en invierno, que es cuando está en proceso de letargo.

Los ciempiés no atacan alimentos, ni muebles, ni preocupan a nivel sanitario; pero se convierten en una molestia cuando entran en casa buscando arañas e insectos para comer. Cuando acaban con ellos se van al exterior donde normalmente tienen su hábitat bajo las piedras, en la hojarasca o troncos en descomposición. Y, claro: abundan más en zonas rurales que en las ciudades.


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