Rioja, Ribera del Duero, Penedés, Rueda, Somontano, Costers del Segre, Priorato, Valdepeñas, Jumilla, Navarra, Albariño y todos los que me pueda dejar, que son muchos... España es el país con mayor extensión de viñedos del mundo y una tradición vinícola que se remonta a la época de los Romanos. El vino español tiene una estupenda proyección internacional, compitiendo con vinos de Francia y California.
Ante la duda de qué vino elegir para comer, existe una regla general: con el pescado, marisco y algunas carnes blancas, los vinos han de ser blancos; los vinos tintos están reservados para las carnes rojas; los rosados, para arroces y pasta italiana; y los vinos dulces, para los postres.
El cava combina bien con canapés, pescados y mariscos, además de ser la bebida clásica con la que se brinda en cualquier celebración social. Pero si de quedar bien se trata, lo mejor es combinar los platos típicos de la zona con un buen vino local.
Otro consejo: los restaurantes saben que no vamos a pedir el primer vino más barato de la lista (a veces por vergüenza), y es en el segundo más barato donde van a intentar sacar los máximos beneficios. Ahí es donde inflarán el precio. Saben que nos importa quedar bien, y lo aprovechan.
A veces la oferta de vinos es tan extensa que no sabes cual elegir. Casi siempre vale más elegir un vino con un precio razonable, aunque no hayamos oído hablar de él, en lugar de otro más caro y que sea de una añada mediocre.
Si entendemos de vinos o nos sobra el dinero, este artículo no aporta nada. En caso contrario, lo más aconsejable es usar el sentido común y gastarse en el vino, como mucho, un cuarto o quinto del precio total de la comida. Muchas veces el vino de la casa es peleón, aunque hoy en la mayoría de restaurantes saben de la importancia "del buen beber en el buen comer" y sirven un vino aceptable.