A la hora de comprar las gafas de sol conviene tener en cuenta dónde vamos a utilizarlas. Por ejemplo, si nos gusta hacer footing, seguro que en el trayecto encontraremos zonas sucesivas de sol y de sombra; deberíamos elegir unas gafas deportivas que tengan todos los filtros, pero con un oscurecimiento de solo el 50%. Una gafas que se ajusten bien a nuestra fisonomía, con una montura especial que no se astille con los golpes.

Si nos gusta el mar y pasamos nuestras vacaciones disfrutando de la vela, debemos escoger unas gafas que tengan todos los filtros que existen, un modelo polarizado y de montura cerrada.

Si pasamos la mayor parte del día en el coche conduciendo, necesitamos llevar unas gafas de sol sólo para conducir, con filtros orgánicos o de policarbonato, con un oscurecimiento del 70-75% y polarizadas. Las gafas que utilicemos para conducir jamás deben ser de cristal, a menos que esté endurecido.

Si nos gusta tomar el sol como a los lagartos, lo mejor es que protejamos nuestros ojos con unos plastiquitos como los que nos dan en las cabinas de bronceado. Si preferimos leer a la sombra necesitamos unas gafas con filtros poco oscurecimiento.

El sol de la ciudad puede afectar nuestros ojos, pero allí podemos llevar cualquier gafa de sol, siempre que filtre las radiaciones.

Es un error pensar que las gafas más oscuras son las que dan mayor protección. Ante la duda de si una lente es buena o no, es mejor elegir la más clara ya que, si es demasiado oscura, la pupila se abre dejando entrar más radiación.

Tampoco debemos pensar que unas gafas por ser más caras son mejores. Debemos pedir consejo a un profesional.

Para la salud y belleza de nuestros ojos es mejor no llevar gafas que llevar unas gafas malas. En vez de comprar unas gafas de mala calidad, podemos comprar una pamela que, además de protegernos del sol, favorece y está de moda.