El gorila, un primate pacífico - Animales, Naturaleza

miércoles, 6 de julio de 2011

El gorila, un primate pacífico



El chimpancé es extravertido, emprendedor, ruidoso; le gusta mostrarse, correr aventuras... El gorila, por el contrario, es tímido y receloso. Son muchas las leyendas que presentan a este antropoide como un ser dañino y cruel. En realidad, allá en el fondo de sus selvas, el gorila lleva una existencia apacible en la que escasean las disputas y, cuando llega el caso, se reducen a una exhibición sin peligro.

Los gorilas, que no son tan numerosos como se había supuesto, viven agrupados en clanes, bajo la jefatura de un macho. Esta jefatura dista mucho de ser despótica, como en otras especies de animales: el jefe macho tolera toda clase de "confianzas" de los machos más jóvenes, de las hembras y de las crías, y no les impone una dictadura férrea. Los demás, espontáneamente, le siguen en sus desplazamientos e imitan todas sus acciones: cuando el jefe descansa, todos descansan; cuando el jefe busca comida, todos se ponen a buscar comida.


Corresponde a ese jefe la defensa del grupo. Casi siempre, esta se hace mediante una danza amenazadora, que asusta al enemigo. El gorila, hinchado para aparentar mayor tamaño, golpeándose el pecho espectacularmente y avanzando hacia el intruso, tiene un aire ciertamente terrible.

Si el enemigo se asusta y sale huyendo, lo más probable es que sea perseguido y se gane algún mordisco. El gorila "se crece" al comprobar la eficacia de su gran espectáculo amenazador. Por el contrario, si el intruso amenazado conserva la calma, no ataca ni molesta al gorila jefe, lo más probable es que éste y su clan le dejen finalmente en paz.

Por lo demás los gorilas viven en un clima de paz, que les proporciona su musculosidad y su aspecto temible. Únicamente algunos mamíferos cazadores, como el elopardo, les inquietan de vez en cuando. La vida es fácil para ellos: no tienen que realizar grandes esfuerzos, ni darse grandes caminatas para encontrar comida. La selva es pródiga y por lo general les basta el trabajo de extender la mano. Habitan preferentemente en el suelo, tan solo cuando son jóvenes juegan por los árboles.

Tampoco tienen grandes pretensiones de territorialidad. Cierto que cada grupo suele ocupar un área determinada y no es probable que la abandone nunca. Pero cuando, por azar, dos clanes se encuentran, no ocurre nada. A lo sumo, los jefes intercambian miradas amenazadoras y exhibiciones de cólera.


Ayúdanos a compartir esta entrada:
| Más