El aroma y el olfato - Cultura y ocio, Salud

martes, 30 de agosto de 2011

El aroma y el olfato



Desde la antigüedad, los aceites aromáticos se han utilizado para el cuidado del cuerpo y del espíritu. Contienen la esencia concentrada de las plantas de las que se extraen. No son pegajosos ni grasos y emanan un olor característico. Se encuentran en diversas zonas del vegetal; el sándalo y el nardo tienen la esencia en las raíces, el pino y el eucalipto en las hojas, los cítricos en las flores. Las esencias son, según la aromaterapia, olores que curan.

La planta nos transmite sensaciones por el olor. Como los humanos somos seres únicos, individuales, cada uno tenemos un perfume favorito, que conecta con nuestro interior influyendo en nuestro estado anímico y físico. Con nuestras esencias favoritas podemos hacernos nuestros propios jabones artesanos naturales.


Las esencias actúan sobre el organismo cuando inspiramos y, también, a través de la piel. Por ejemplo, la manzanilla relaja nuestras fibras y, por lo tanto, alivia convulsiones y espasmos. Pero la absorción de esencias no impide ni cambia el sistema glandular hormonal, no genera nuevos tejidos y, si se utilizan en dosis adecuadas, no crean dependencia ni efectos secundarios.

Las esencias activan los sentimientos. Al actuar sobre el sistema nervioso resultan estimulantes o relajantes y enriquecen la vida afectica. También pueden favorecer la concentración.

Por medio del olfato, los aromas viajan al cerebro. Asociamos ciertas fragancias a sucesos del pasado. Los olores nos pueden resultar agradables o desagradables según los recuerdos que evoquen. El olfato fue antaño nuestro sentido más desarrollado, aún lo es entre algunos mamíferos, que lo utilizan como sistema defensivo y protector ante las amenazas de la naturaleza.


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