El sérum y la crema son complementarios. Forman la mejor alianza cosmética. El sérum prepara la piel y ayuda a que en ella sean mayores los efectos de la crema. Juntos luchan logrando atenuar y vencer los signos de la edad.

El primero de los dos que entra en contacto con nuestra piel es el sérum, proporcionando resultados dramáticos y duraderos. El serúm es más fácil de absorber que la crema porque así ha sido diseñado aportando a la piel todo un combinado de vitaminas.

Ya con la piel preparada, sentimos que algo falta. Es el momento de protegernos contra las agresiones externas. Por eso aplicamos la crema cosmetica que nos da hidratación y protección. Los beneficios de la crema son a más largo plazo que los del sérum, aunque trabajan en perfecta sinergia.

Intentaremos dejar nuestra piel perfecta en tres pasos. Primero tonificamos el rostro, el cuello y el escote. Seguimos aplicando el serúm sobre el rostro con la yema de los dedos pero sin masajear, ya que al hacerlo alterariamos su estructura. Lo extendemos en las líneas horizontales de la piel, desde el centro hacia los laterales, sin olvidarnos del cuello y del escote. Lo extendemos también desde el mentón hacia abajo.

Pasado un minuto para que el sérum penetre en la piel, aplicamos la crema dando pequeños toques con los dedos en los pómulos, el mentón, la frente y la nariz. Masajeando (la crema, sí) en la misma dirección en la que hemos aplicado el sérum.