Riesgo de apoplejías - Longevidad, Salud

sábado, 5 de abril de 2014

Riesgo de apoplejías



El cerebro, ese músculo tan complicado y sobre el que tanto se ha escrito, es la pila que pone en marcha nuestras facultades. Si el suministro de sangre al cerebro se interrumpe (no hay nadie que lo enchufe) por causa de un coágulo en un vaso o porque este se rompe, se produce una apoplejía.

Si se produce una lesión cerebral, el resultado puede ser la parálisis de medio cuerpo o la perdida de una de alguna de sus facultades, como la perdida del habla.

Apoplejía

Es común en personas de cierta edad que tengan ligeros ataques de apoplejía que son casi imperceptibles para los demás. Pueden afectar a la capacidad de andar o hablar, incluso a la capacidad de pensar o de entender, asimilar y resolver problemas. También pueden cambiar el carácter ante la vida.

Con estos cambios puede presentarse una pérdida de seguridad en el movimiento, o del control de la segregación salivar, de modo que la saliva se derrama por la boca sin que la persona se dé cuenta. Estos son ataques de apoplejía menores que pueden repetirse a lo largo de los años y de los que debemos informar al médico.

Después de un ataque de apoplejía se puede lograr una recuperación bastante positiva si se acude al médico y a un terapeuta del habla o a un fisioterapeuta.

Parálisis como resultado de una apoplegía

Es importante recordar que las personas que han perdido el habla por apoplejía oyen perfectamente; hay que comunicarse con ellas y hacerles preguntas a las que puedan responder afirmativamente, negativamente o bien mediante signos.

De todas formas, el cerebro es plástico y tiene una capacidad de recuperación en ciertos casos sorprendente. Algunas personas pueden volver a aprender a comer solas, a andar y a hablar.


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