Esta simpática y sencilla plantita, familia de la menta, tiene tantos usos como nombres. Quizás te refieras a ella como batán, hierba romana, hojas de Santa María, hortelana, menta griega, salvia romana, sándalo de jardín o yerba de huerto, aunque el más común es el que da título a nuestro artículo, hierbabuena.

Se trata de una planta herbácea perenne que se encuentra muy frecuentemente en los jardines y que alcanza hasta 60 centímetros de altura. Sus hojas son de un color verde profundo si están maduras y de un tono algo más claro si están brotando. En cuanto a la forma, son lanceoladas y aserradas, unas perfectas glándulas secretoras de su llamativa esencia, el mentol. En verano, le suelen brotar unas pequeñas flores de color rosáceo o blanco.

Se usa como aromatizante, tal y como hacían los griegos al colocarlas en las entradas de sus casas para dar una agradable bienvenida a sus huéspedes, o como los romanos, que cubrían los suelos con sus hojas en las ocasiones especiales.

También se usa para otros muchos propósitos. Curiosamente, las ramas de hierbabuena se utilizan como repelente para ratones y, en infusión, para ayudar a las malas digestiones, gracias al mentol, que inhibe las contracciones del estómago.

Y tiene muchos otros usos: para bajar la fiebre, por su capacidad para fomentar la transpiración; para mejorar los síntomas de resfriados y gripes; o como remedio para el dolor de cabeza y los estados de nervios. Además, su esencia se encuentra en cremas para dolores musculares, así como en muchos productos alimenticios como chicles o helados.

¿Quién no querría tener una en su jardín o terraza?