Plantas y flores en casa - Plantas

viernes, 22 de junio de 2012

Plantas y flores en casa



Hemos decidido que las plantas son la alegría de nuestra casa, por ello merecen atenciones que les ayuden a crecer y desarrollarse con todo su esplendor.

Vamos a acabar con el pulgón que ataca a nuestras plantas. Si queremos que sea para siempre, rallamos dos ajos en un poco de agua y la llevamos a ebullición. Con esta infusión pulverizamos la planta o, valiéndonos de un pincel, untamos sus hojas. También podemos ahuyentarlos sembrando un diente de ajo entero en la maceta o, si es en el jardín, al pie de la planta. Es un remedio eficaz, sobre todo con los rosales.


Si quemamos (sobre todo cuidado, mucho cuidado al hacerlo y teniendo siempre agua cerca) la maleza o las hojas secas del jardín, podemos guardar las cenizas; son un perfecto abono, rico en potasio y fósforo, que nos permite prescindir de abonos artificiales.

El rosal de la entrada está precioso y queremos mantener una floración continúa. Para ello, no debemos olvidarnos de eliminar frecuentemente las rosas marchitas. Para tener la rosas más grandes dejamos un único capullo por tallo y eliminamos los demás.

El agua de cocer legumbres (sin sal), las tisanas y los posos de té son ricos en vitaminas y minerales. Una vez fríos podemos verterlos sobre las plantas de interior, macetas o jardineras. El agua que cambiamos a los peces es rica como abono para nuestras plantas, con ella podemos regar las jardineras de exterior.

Nuestro jardín es más bonito sin hojas secas o amarillas, que son síntoma de exceso o carencia de agua. Debemos quitarlas de las plantas pues, aunque débilmente, siguen absorbiendo alimento y energía de la planta.

Si queremos crear un jardín a nuestro gusto podemos plantar en "contenedor", donde es necesario regarlas o, mejor aún, sumergirlas en agua. Luego cortamos el contenedor de plástico para liberarlas y ya están listas para plantar. Con raíces desnudas, para que agarren bien a la tierra, las remojamos antes en un lodo formado a base de tierra arcillosa, turba, agua y hormonas especiales de enraizamiento.

Los rosales son muy sensibles al hielo. Si queremos protegerlos, enrollamos el tallo en un rollo de espuma aislante. Si queremos proteger también el extremo de la las ramas, las envolvemos en plástico. Todo lo sacamos cuando llega el buen tiempo, para evitar que el rosal se cueza de calor.


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