viernes, 26 de junio de 2015

La selección natural de Darwin

Recién graduado, en 1831 Darwin se embarcó en el Beagle y durante cinco años ("continuamente mareado", según escribió en su diario) recorrió América del sur y las islas del Pacífico haciendo observaciones científicas; estos datos serían la base para fundamentar su famosa teoría de la evolución de las especies.
Darwin describió en su teoría de la evolución de una selección natural como "la supervivencia del más apto".

Según esta idea, es la naturaleza quién conduce el proceso de la evolución, ya que solo permite sobrevivir y reproducirse a aquellos individuos (y sus especies) que mejor se adaptan a las condiciones ambientales.

La selección natural de Darwin

Sin embargo, la Tierra presenta numerosos ambientes, por eso hay tantas especies. La selección natural actúa por igual sobre todos los individuos de una población. Algunos de ellos tendrán pequeñas diferencias.

Si estas diferencias (mutaciones) son ventajosas, tendrán más éxito al reproducirse. En consecuencia, aumentará el número de individuos con esa nueva característica. La especie estará evolucionando. Estos individuos acabarán siendo dominantes porque han evolucionado y sus características son las adecuadas para una nueva situación.

Por ejemplo, los animales y plantas que habitan en la alta montaña, con sus condiciones extremas, han evolucionado hasta adaptarse a ellas.

La teoría de la selección natural es simple y elegante. Explica cómo funciona el mundo biológico sin tener que recurrir a la antigua idea de "diseño" de los seres vivos. A partir de ella, la Biología pudo liberarse de causas sobrenaturales inexplicables y se convirtió en una auténtica ciencia, tal como hoy la conocemos.


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martes, 9 de junio de 2015

Manzana al caramelo

Hoy veremos una receta con manzana, que aporta vitaminas, sales minerales y fibra, y es una de las frutas más saludables.

Necesitamos cuatro manzanas, un limón, cuatro bolas de helado de vainilla, una ramita de menta y 200 gramos de azúcar.

Manzana al caramelo

Pelamos las manzanas, les quitamos el corazón y las partimos a cuartos o a gajos. Con el zumo del limón las rociamos para evitar que se oxiden.

En una satén calentamos el azúcar añadiendo unas gotas de agua, hasta que se disuelva y se forme un caramelo claro.

Añadimos la manzana cortada a gajos y la removemos durante 20 segundos con el fin de que se impregne bien del caramelo. Luego retiramos los gajos con una espumadera y los colocamos en un bol con hielo para que se endurezcan rápidamente. Los podemos dejar secar después sobre papel de cocina absorbente.

Repartimos la manzana caramelizada en 4 platos y les añadimos una bola de helado de vainilla en el centro. Podemos decorar el plato con unas hojitas de menta.


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