Antes de elegir una red, la estudiamos, nos preocupamos por conocerla, averiguamos sobre sus virtudes y sobre los problemas que puede acarrearnos. Determinamos que sea privada o por el contrario permitimos que nuestros enlaces, fotos o videos puedan ser vistos por todos.
Elegimos bien nuestra foto de perfil, ya que por ella vamos a ser identificados. Con la foto damos una imagen a nuestros amigos. Si no deseamos poner una imagen evidente, podemos usar una de lejos, pero siempre es mejor no dejar el espacio en blanco. Vamos a ser honestos con nuestros seguidores y no engañarles.
En la red hay que ser trasparentes y no asumir una identidad falsa. Según sea el interés que tenemos en la red social, elaboramos nuestra estrategia para promocionarnos, para hacer amigos o para ligar. Procuramos que la gente llegue a nuestro perfil porque les parezca interesante.
Hay que cuidar la corrección en la escritura, seguir las normas de gramática, ortografía y los hábitos de cortesía. No ocultamos información ni mentimos, ya que esto se suele pagar caro en las redes sociales. Tampoco hay que atosigar a los contactos ni, por supuesto, mandarles ningún tipo de spam.
Si tenemos un perfil de una empresa, debemos proteger a nuestros clientes. Nunca debemos dar información de ellos en la red. Nuestra reputación es sagrada y, en Internet, la empresa también. Participamos en conversaciones que nos aporten algo y procuramos también aportar; se trata de escuchar y responder.