Un huerto en invierno - Naturaleza, Plantas

viernes, 8 de febrero de 2013

Un huerto en invierno



El invierno es el momento de volver la vista atrás, de hacer inventario de nuestro huerto, durante la primavera, el verano y el otoño hay siempre algo que hacer y estamos agobiados de trabajo. Solo una vez recogida hasta la última raíz en el otoño hay perspectivas de descansar.

Ha llegado el momento de preparar los setos, hacer senderos, construir un nuevo invernadero y preparar las herramientas para una nueva campaña. El invierno también tiene sus labores, aunque sean menores. En los climas templados, una cuarta parte del huerto está sembrada de coles, de la que la mayor cantidad dejaremos para abono verde.

Un huerto de invierno

Si queremos evitar la erosión del terreno durante el invierno, lo mejor es cubrirlo con algún cultivo, así las lluvias no lo arrastran. Por ejemplo, podemos plantar alcachofas. O el espárrago, al que le encanta la sal y necesita estar (cómo la alcachofa) protegido contra heladas intensas. Y el ruibarbo.

Conviene recordar que en un huerto hay que mejorar la tierra arcillosa, de peor calidad, con una cobertura anual de compost o de estiércol. Al cabo de unos pocos años con este tratamiento, ya no será necesario labrar el terreno cada invierno; el suelo se romperá de modo natural en primavera.

Labraremos en invierno, después de extender una capa de compost por encima, los bancales profundos. Comprobaremos que el pH de la tierra no es inferior a 6.5; de ser así, le aplicaremos cal. En invierno cortaremos las estacas para los guisantes, las mejores son las de avellano.

En enero se siembran en cajones las semillas de la cebolla y el puerro, se guardan en un lugar caliente al interior. Las cebollas de éste tipo maduran muy pronto y se secan bien para guardarlas durante el invierno. Las semillas de patata se ponen en cajas dentro de un invernadero en enero, necesitan luz y estar protegidas contra las heladas.

Las coles de verano se siembran también ahora en cajoneras o camas frías: Entonces es cuando se comen las coles de invierno, las coles de Bruselas, el apio y las berzas. Los nabos y las chirivías se dejan hasta las Navidades a menos que el clima sea muy frío; las cebollas y los ajos se cuelgan en ristras en un cobertizo. No hay que guardarlos nunca al calor pues se pudren, igual que las hierbas aromáticas que se secan y se desmenuzan en tarros.

A finales de febrero ya se presiente la llegada de la primavera y se inicia la siembra de la semilla. Lo mejor es plantar poco y con frecuencia en lugar de correr el riesgo de perderlo todo a causa de una helada tardía.


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