El mundo está plagado de plantas venenosas. Muchas de ellas crecen de forma salvaje pero otras son utilizadas frecuentemente de forma ornamental en parques y jardines. Con estas últimas hay que tener mucho cuidado. Sobre todo, hay que inculcar muy bien a los niños que no deben llevarse ningún componente de una planta a la boca. Esto debe formar parte de su educación.
En la mayoría de las ocasiones, utilizadas por su belleza y fortaleza, la hermosura que tienen es de mirar y no tocar. Ingerirlas es muy peligroso para la salud, e incluso el simple roce con alguna puede provocar un importante daño en la piel.
Plantas como la adelfa de la foto, una planta muy resistente y con una flor muy bella, pueblan jardines y parques de todo el mundo. La adelfa es extremadamente tóxica: afecta al aparato digestivo y al corazón. Los árboles como el cinamomo también tienen mucho peligro. Sus frutos son venenosos; su veneno puede matar a un niño o, según la cantidad ingerida, incluso a un adulto.
La hiedra, esa planta trepadora que adorna las fachadas y vallas de muchas casas es una planta muy tóxica. El simple roce produce dermatitis. Si se consume puede provocar irritación digestiva y síntomas de embriaguez. Si su consumo es en grandes dosis, la temperatura corporal aumenta de forma extrema y puede causar un coma profundo. También la flámula, otra planta ornamental trepadora, provoca afecciones en la piel por contacto.
Ante la sospecha de una intoxicación provocada por el contacto o ingesta de una planta, no hay que aplicar ningún remedio casero. El proceso a seguir es ponerse en contacto inmediato con las autoridades sanitarias.