En un conflicto entre dos personas, el mediador es el profesional que las ayuda a encontrar una solución satisfactoria para ambas partes, evitando así que vayan a juicio. Es una figura neutral e imparcial con una formación específica.

Para iniciar un proceso de mediación, ambas partes deben renunciar voluntariamente a acudir a los juzgados mientras dure el proceso. Existen instituciones y servicios de mediación tanto públicos como privados.

Un mediador puede actuar en todo tipo de conflictos, ya sean civiles o mercantiles. Podemos encontrar esta figura en problemas con un contratista de una obra, o entre un inquilino y el dueño del piso con el que no se pone de acuerdo. Y, por supuesto, la mediación familiar para casos de divorcios, reparto de bienes y herencias, sobre todo.

Las negociaciones del mediador son totalmente confidenciales y, si fracasa, no se pueden usar las concesiones que se hicieron como argumento en un juicio posterior.

Cuando se ha alcanzado un acuerdo entre las partes se recoge en escritura pública y, si una de las partes no cumple lo acordado, la otra puede exigirlo a través del juzgado como si fuera una sentencia firme.

Elegir la vía de la mediación compensa antes de iniciar un proceso judicial, tiene un bajo coste, es de rápida tramitación y, además, no hay consecuencias negativas si la fracasa.