Tanto el pescado blanco como el marisco aseguran una buena digestión. Son excelentes para aquellos que sufren digestiones pesadas. Para "mimar" el estomago el pescado blanco es ideal. Apenas tiene grasas, posee un alto porcentaje de proteínas y pocas calorías.

El pescado blanco o "pálido", debido a su bajo contenido en grasas es ideal para dietas de adelgazamiento. Su carne magra, de fácil digestión, se recomienda a personas convalecientes en una enfermedad. Si lo comemos al vapor, el pescado blanco es ideal para enfermos cardiacos y personas que tienen un alto nivel de colesterol. Es muy bueno como remedio contra la diarrea.

Encontramos pescado blanco en el mar: bacalao, abadejo, besugo, pescadilla, salmonete, lenguado,... y en el rio: lucio, carpa, perca,... Aunque el valor nutritivo es similar, los peces de mar resultan más valiosos por su contenido en yodo y vitamina B. Algunos pescados algo más grasos contienen vitamina A, como el salmonete, la lubina y el besugo (rico en fosforo, sodio, manganeso, yodo, y flúor).

El marisco es uno de los alimentos con mayor contenido en proteína pura. Estimula la sustancia química del cerebro, mejora el ánimo, motiva la atención y la rapidez mental. Se recomienda entre 85 y 120 gramos por ración. El marisco contiene concentraciones elevadas de ácidos grasos omega-3, no perjudica el corazón y, además, previene la trombosis.