La piedra es el material de construcción por excelencia, además de ser el más tradicional. La piedra que se utiliza para construir procede de rocas calcáreas o silíceas.

Su clasificación se realiza según su resistencia (mecánica y a las heladas), su dureza y su aspecto; según las cualidades de la piedra para ser labradas o talladas, según el lugar de donde proceden,...

Por una cuestión de economía recomendamos que la piedra para las construcciones sea procedente de yacimientos cercanos al lugar donde se va a construir o reformar. También de esta forma demostramos respeto al entorno y ahorraremos gastos excesivos.

Encontraremos la piedra caliza en el mercado como piedra de mampostería (o lo que es lo mismo, sin utilizar ligantes al construir muros), que presenta formas irregulares, y piedra prelabrada de formas regulares, aunque también se utiliza machacada como árido. Con frecuencia se recurre a la mampostería para levantar muros en el jardín y muretes, aunque se le puede dar otras utilidades.

Pero en el suelo es donde la piedra muestra toda su belleza; además, su dureza y resistencia la hacen idónea para esta función. Al ser un material natural, se integra sin problemas, por ejemplo en el jardín (en senderos, terrazas,...). Hay una amplia gama para los enlosados, los mármoles (de origen calizo), las pizarras, el gres, los granitos y las cuarcitas.

Elegimos la piedra según donde se realice la obra. No se deben poner las piedras porosas en el exterior, en una zona donde el hielo pueda requebrarlas (aunque el mármol travertino es resistente a las heladas). Tampoco se pueden colocar superficies demasiado lisas en zonas de paso frecuentes porque, al mojarse, pueden ser resbaladizas. Si es para una fachada, su color debe armonizar con el resto de los elementos.

Para revestir suelos, hay un tipo de piedra que se presenta en losas irregulares, de grosor y forma variable. Así buscamos el mejor lugar para cada una. Se vende por metros cuadrados.