El agua ya no es incolora y sin sabor. Está demostrado que según por donde pase, tiene unos componentes, unos sabores y un color. El líquido absorbe los minerales del terreno por el que pasa, pudiendo dirigir su consumo a necesidades especificas.

Su consumo de agua embotellada cada día es mayor y ahora, además, se elige. El agua se ha convertido en un negocio en el que entran factores como el diseño del envase.

Las grandes marcas han tenido muy en cuenta esto. El agua no solo es con azúcar o sin, con gas o sin gas; ahora, además, algunas marcas elaboran agua con sabores, de limón, fresa, melocotón, naranja, etc.

También se han sacado al mercado botellas de agua que por su envase parecen de perfume, con la idea de convertir al producto y a sus consumidores en exclusivos.

En algunos bares y restaurantes ya ofrecen carta de aguas, porque se puede disfrutar del agua como quien disfruta del vino. Ahora el agua se puede elegir como un buen vino para acompañar a las comidas de un modo totalmente saludable. Es una fuerte competencia para el resto de las bebidas que triunfa ante el caluroso verano.

El agua está de moda, como el turismo rural ha causado furor, rompe con la rutina del que se atreve a probarla para recuperar los hábitos saludables o el llamado turismo de Salud.

En las ciudades, los bares de agua están de moda. Con la ley anti-tabaco, muchos empresarios han convertido sus bares en lugares para cultivar el cuerpo y el espíritu mientras se consume una bebida sana, refrescante y natural.