El ser humano lleva grabado a fuego en sus genes el deseo de acumular. Acumular objetos que nos gustan, bienes de primera necesidad, comida, etcétera. Durante cientos de miles de años la vida de los homínidos, nuestros antepasados, era muy dura: todo escaseaba.

Por eso la selección natural dio ventaja a aquellos individuos que acumulaban, es decir, los que ahorraban para los tiempos más duros. Pero la agricultura, millones de años después, cambió todo. En la era del Homo Sapiens Sapiens no debería haber escasez. Precisamente esa misma característica que nos hizo sobrevivir, ahora es inútil: en muchos lugares de la Tierra se tira comida, mientras que cientos de millones de personas pasan hambre.

Cada uno de nosotros puede poner su pequeño grano de arena para corregir esta disfunción. En casi todos los hogares del mundo rico se tira comida. Vamos a ver cómo podemos evitarlo, lo que además supondrá un buen ahorro para nuestros bolsillos.

No se debe comprar nunca cuando se tiene hambre. Todo nos apetece, y terminamos comprando mucho más de lo necesario. Hay que intentar pensar primero en las comidas que vamos a hacer en los próximos dos o tres días, y comprar justo lo necesario para ellas.

Sería ideal comprar a diario en comercio de proximidad. Es verdad que ir todos los días a hacer compra puede parecer un gasto de energía inútil, pero pensemos que todos los días compramos pan. Según el Foro Económico Mundial se tira a la basura el 40% de la cosecha mundial. Intentemos evitarlo.