Se consideran como aguas dulces las de los pantanos, lagos y ríos, aunque, a veces, puedan contener concentraciones de sales mezcladas en diversa proporción. Estas aguas están expuestas a contrastes ambientales mucho más acusados que las aguas del mar. Muy especialmente, aquellos que vienen determinados por los cambios de temperatura.

La vegetación típica de las zonas pantanosas y encharcadas es la turbera, muy extendida por todo el globo terrestre.

Los musgos constituyen la vegetación principal de la turbera. Empapados en agua como si fueran esponjas, impiden el paso del aire hacia las plantas muertas acumuladas en las capas inferiores, evitando de esta forma su acción oxidante y desencadenando, consecuentemente, un proceso de mineralización que desemboca en la formación de carbones.

Hay turberas planas, propias de lugares pantanosos donde hay juncos, pero sobre todo musgos, que invaden primero la orilla de la charca y avanzan luego hacia el centro, hasta formar una capa flotante. Poco a poco se pudre la parte inferior de este tapiz, pierde oxigeno e hidrogeno y se enriquece de carbono, hasta quedar transformado en una masa esponjosa de color negro, a veces con medio metro de espesor.

Las turberas son verdaderos prados flotantes, cuyo suelo tiembla si una persona o un animal se aventuran sobre ella. Cuando la turbera ha alcanzado cierto espesor se deseca superficialmente y sobre ella crecen árboles, pinos, abedules, y ortos árboles.