Cuando hablamos de cardos nos referimos a las pencas de la planta del mismo nombre. Éstas se pueden comer crudas o cocidas, después de aporcada la planta para que las pencas estén más tiernas y sabrosas. Aporcar es cubrir con tierra la planta con el objetivo de aclararla y reblandecerla. Esta es una práctica habitual en el cardo, apio, escarola y otras hortalizas.

El cardo se parece mucho en su composición nutricional a la alcachofa. Es bajo en calorías y en hidratos de carbono, y tiene un abundante contenido en calcio y hierro. El cardo, además, es un alimento con propiedades diuréticas. Aguanta muy bien, como la mayoría de las verduras, el congelado industrial, sin perder apenas nutrientes ni sabor al congelar y descongelar.

Para elaborar esta receta debemos proveernos de una bolsa de cardos congelados, dos cucharadas de harina de almendras, un chorrito de aceite de oliva virgen, 150 gr de picadillo de jamón y una pizca de sal.

Cocemos los cardos en agua con sal y los retiramos cuando todavía están un poco duros. Ponemos un chorrito de aceite e un sartén, añadimos las cucharadas de harina de almendra. La tostamos un poco y añadimos el picadillo de jamón.

Lo dejamos rehogar ligeramente. Incorporaremos los cardos y parte del agua que hemos utilizado para cocerlos. Apenas cubrimos los cardos con el agua y dejamos cocer todo junto a fuego lento. Retiramos cuando los cardos estén tiernos.

De un modo sencillo y rápido obtendremos un suculento y nutritivo plato que hará las delicias de toda la familia.