El marketing pretende vender productos y, por tanto, utiliza unas técnicas. Para colocar un producto en el mercado el marketing elabora una estrategia que analiza, además del sitio donde se tiene que vender, la garantía que este producto puede ofrecer, el precio y la publicidad que se le puede hacer desde televisión, radio, prensa, vallas publicitarias, merchandising, internet,...

La política del producto tiene que diferenciarlo de los demás artículos validos para lo mismo y definirlo: los materiales de los que está elaborado, su forma, diseño, presentación y embalaje. Para que el producto pueda colocarse en el mercado con éxito ha de ser competitivo frente a sus rivales y adaptarse a las necesidades y demandas del público al que va dirigido. También hay que tener en cuenta la garantía que se va a ofrecer y el servicio post-venta.

El precio es uno de los factores que más influye a la hora de adquirir un producto. La empresa tendrá que valorar los precios de otros competidores en el mercado para establecer el suyo, en general, poniéndolo más barato. Además, tendrá en cuenta posibles promociones, descuentos por cantidad, rebajas, etc.

Últimamente algunos distribuidores, especialmente de productos alimenticios, promueven marcas blancas en el mercado que, aunque están elaboradas por empresas de prestigio, no llevan su nombre o identificación. Al tener menos gastos de publicidad aseguran un precio menor en el mercado.

Para que un producto se venda primero hay que promocionarlo. La estrategia publicitaria aprovecha cualquier oportunidad y medio para dar a conocer un producto. La política de promoción consiste en informar al consumidor sobre sus cualidades (no siempre con total veracidad), intentando influir en su decisión de compra.