Un animal llamado hombre - Animales

viernes, 15 de julio de 2011

Un animal llamado hombre



También los humanos estamos emparentados con los demás miembros del reino animal. También nosotros descendemos de otras criaturas que, por evolución, llegaron a ser algo parecido a lo que somos. Fijémonos en ciertas especies de monos: los chimpancés por ejemplo. A muchas personas les hacen gracia y a otras, por el contrario, les causan repugnancia, precisamente por su extraño parecido con nosotros. Son como humanos grotescos, caricaturas de hombres.

El hombre es uno más en el reino animal, en esa vasta parentela que desciende de un tronco único. Es el pariente rico, el privilegiado, el primero, pero, como los otros animales, necesita comer y dormir. Nos reproducimos y, al morir, nuestro cuerpo se descompone como el de cualquier otro animal, haciendo patente la igualdad con ellos.


Pero también nos diferenciamos mucho del resto de los animales. Primeramente, en nuestra capacidad de asombro. Somos el único animal capaz de maravillarse ante el mundo que le rodea. Nos asombramos ante nuestros hermanos pequeños, pero no a la inversa. Los demás animales no admiran al hombre: le acechan, le temen o le obedecen.

En un momento de la viejísima historia del mundo, comenzaron a haber animales y estos, proliferando y acoplándose a las circunstancias cambiantes, cubrieron la tierra. Los especialistas nos hablan de géneros, especies, familias, órdenes, clases... Pero nosotros no somos especialistas, sino tranquilos espectadores del maravilloso mundo de la naturaleza.

Diremos, pues, en un lenguaje sencillo, que hay muchísimos animales. Para darse cuenta de ello basta acudir a cualquier parque zoológico importante. Y que todos esos animales proceden, por evolución, de un origen único, aunque remotísimo. ¿En qué se parece un oso a un caimán o a una jirafa? Los rasgos de parentesco han desaparecido de la vista. Sin embargo existen.


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