Vital y versátil, el amarillo queda bien en cualquier estancia. Su abanico de tonos es amplio y refleja mejor que otros la luz natural. Con azules y blancos crea ambientes relajados. El amarillo es uno de los colores más agradecidos en telas y tapicerías.

Es alegre y luminoso. Cuenta con una amplia gama cromática que va desde los cítricos a los tostados, ocres y anaranjados. Todos se combinan fácilmente con otros colores. Tan solo hay que procurar que los colores sean parecidos, por ejemplo, amarillo limón con verde pistacho, oro con rojos etc...

Si en las habitaciones mezclamos estampados blancos, estas van a parecer más luminosas y soleadas. Por ello, el amarillo resulta muy adecuado para emplearlo en espacios con poca luz natural. Esta se refleja mejor sobre éste color que sobre otros colores.

El amarillo hace pareja muy bien con los azules, incluso con contrates acentuados o estampados llamativos, como unos cuadrantes en azul eléctrico junto a un cabecero entelado en color azafrán. O bien telas lisas en tonos anaranjados con azules intensos. El efecto será el de un ambiente cálido y relajado.

En habitaciones clásicas, la presencia de tapicerías ocres o amarillas combinadas con blancos, ayudan a lograr una decoración más actual. Estas telas también son una baza segura para atenuar los brillos de otros tejidos, como los de color rojo o burdeos, o para crear ambientes de aire campestre. Sobre todo si se eligen estampados con pequeñas florecillas o lisos pero con una textura muy natural, en espiga o de tipo piqué.

Vamos a realizar un rulo que va a ser muy útil en la decoración y muy fácil de hacer. Primero con una plantilla redonda cortamos dos círculos de tela. Con una pieza de tela rectangular vamos a confeccionar el cuerpo. Vamos a hilvanar el cuerpo con los extremos circulares. Después cosemos. Introducimos el relleno o almohadón y cerramos la abertura lateral.